lunes, 28 de enero de 2008

El ensayo


Julio Cortázar decía que como en el boxeo “la novela gana siempre por puntos, mientras que el cuento debe ganar por Knock-out”. En ese contexto, la inquietud que me surge es: ¿encaja el ensayo en la metáfora pugilística? Y de ser así, ¿cómo lo haría?. Pienso que no es descabellado considerar al ensayo como ganar una pelea por decisión de los jueces. Es decir, el lector del ensayo deja de convertirse en el contrincante para convertirse en analista de unos argumentos que en últimas fija una posición sobre lo que ha leído.
Considero que el ensayo es precisamente eso, una exposición de argumentos que sobre un tema pretende que el lector tome partido y elabore juicios de valor. Así como los jueces de una pelea, en el ensayo los lectores elaboran juicios subjetivos sobre los argumentos que se exponen y, de una manera u otra, toman una posición, evalúan, deciden y formulan un veredicto, que como en el boxeo, no siempre es unánime; y quizás eso es lo fascinante del ensayo: no deja a nadie indiferente; o es convencido por los argumentos o no lo es; o adopta la posición del ensayista o se sitúa en una orilla opuesta. Por está razón, considero que en el ensayo es importante tanto la forma como el fondo; no es suficiente con exponer unos argumentos; es necesario también moldearlos, armonizarlos y presentarlos de acuerdo al público objetivo, ya que es éste en últimas, quien aprueba o no el cumplimiento del objetivo del ensayo. Pero a diferencia de un combate pugilístico, con dar una buena pelea argumentativa, el ensayista ya habrá ganado.

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