Recientemente observé un video de Youtube en el que se pretendía probar una hipótesis. En la salida del metro de una ciudad europea (honestamente no se cual) existen dos alternativas: una escalera eléctrica y una tradicional. En el vídeo se aprecia que las personas de manera ostensible prefieren usar las escaleras eléctricas. No es que tenga nada de malo usarlas, pero si nos atenemos a los consejos y recomendaciones médicas un poco de ejercicio subiendo las escaleras no nos haría nada mal. En ese sentido, modificaron las escaleras convencionales para hacerlas parecer un piano en el que cada escalón tiene el sonido de una nota (incluyendo sostenidos y bemoles).
El resultado como se puede observar en el video es que el flujo de personas que usa las escaleras aumenta notablemente. La hipótesis que se pretende probar en este y otros vídeos creados por una iniciativa de Volkswagen, es que se pueden lograr cambios para bien en el comportamiento de las personas, haciendo que determinadas actividades sean divertidas o estimulantes. En otro vídeo, a un bote de basura de un parque le añadieron un aparato con un sensor para que simule un pozo muy profundo cuando las personas arrojen basura. El resultado es que el peso promedio de basura arrojada en un día fue de 72 kgs.; 48 kgs. más que el promedio habitual.
Hace unos años en la década de los 90, el entonces alcalde de Bogotá Antanas Mockus, diseñó estrategias para generar lo que él denominó Cultura Ciudadana. Por ejemplo, para que los automoviles en los semaforos no pararan encima de los cruces peatonales (conocidos en Colombia como cebras), utilizó a unos mimos que de manera socarrona y majadera reconvenían a los conductores y les instaban a respetar los cruces. Resultado: por un muy buen tiempo los conductores detenían sus vehiculos sin pisar las cebras. Desafortunadamente, este comportamiento se perdió y actualmente los cruces no se respetan, lo que lleva a reflexionar que no basta con una política coyuntural para modificar el comportamiento de las personas sino que es necesario transformar la institucionalidad de las políticas que incluyen aspectos culturales, de comportamiento e idiosincracia.
Aunque la propuesta de los vídeos no puede considerarse como concluyente y no se puede confirmar de manera tajante la hipótesis formulada, no negaré que fue divertido observarlas y de hecho existe un incentivo para seguir pensando en nuevas formas de modificar el comportamiento de los ciudadanos utilizando el buen humor y la diversión. La compañía ofrece un premio de €2500 a quienes puedan encontrar nuevas formas de modificar para bien el comportamiento de las personas utilizando herramientas pedagógicas similares a las de los vídeos. El enlace es: http://www.thefuntheory.com.
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