sábado, 2 de febrero de 2008

Chistes o bromas sobre economistas

El humor es parte esencial e inherente del ser humano. La capacidad de reirnos de nosotros mismos es también un sano ejercicio de autocrítica para reconocer nuestros defectos y entender que podemos mejorar. En el caso de los economistas, somos muchas veces criticados (algunas veces sin razón y otras tantas con ella) por la tendencia a formular postulados económicos considerándolos infalibles y realizar predicciones sobre hechos que están sujetos a una gran incertidumbre; esto obviamente adoptando una postura de oráculo, que nos eleva sobre otras ciencias sociales y que pretende cual ícaro impetuoso, acercarse al sol de las ciencias exactas. En la realidad, la economía esta lejos de formular teoremas y postulados infalibles, lo que no implica sin embargo, que no pueda aportar y analizar hechos sociales con lucidez y aplicabilidad, para mejorar su entorno y el de una sociedad.
En síntesis, considero que más que la economía la falla esta en algunos economistas, aquellos que pontifican y consideran su palabra como axiomática. Para ellos, están dedicados los siguientes chistes:

1. A la muerte de Einstein, este va al cielo y se encuentra con tres personajes. Al primero de ellos le pregunta acerca de su Coeficiente Intelectual y este les responde 190. "Perfecto, contigo puedo discutir acerca de los aportes hechos por Rutherford al campo de la física y podemos discutir acerca de mi teoría de la relatividad". Realiza la misma pregunta al segundo hombre y este le responde 150. "Bien, me encantaría discutir acerca del papel de la ONU en un mundo de posguerra fría y el combate del terrorismo en un mundo globalizado". El tercer hombre se acerca a Eintein y le dice, yo tengo 50 puntos de coeficiente intelectual. Eintein hace una pausa y dice: "¿cuál es tu proyección del desempleo y la inflación para el próximo año?

2. ¿Cuántos economistas de la Escuela de Chicago se necesitan para cambiar un bombillo?
Respuesta: Ninguno. Si el bombillo necesita ser cambiado, el mercado se encargará de ello.

3. ¿Cuál es la diferencia entre un economista y un anciano desorientado con Alzheimer?
Respuesta: El economista es el que tiene la calculadora.

4. Un economista es alguien que no sabe de lo que está hablando y te hace sentir culpable por ello.

5. Dos economistas se encuentran caminando por la calle cuando ven un montón de estiércol en el suelo. Uno de ellos le dice al otro: "te doy $20.000 si te comes ese pedazo de estiércol". Realizando un análisis de costo-beneficio el segundo economista piensa que optimizaría su utilidad comiéndolo, así que lo hace y cobra el dinero. Más adelante, se encuentran otro montón de estiércol y es esta vez el segundo economista el que le propone al primero que se coma un pedazo de estiércol a cambio de $20.000. El primer economista también realiza un análisis de costo-beneficio y accede a efectuar la transacción, recibiendo el dinero.
Siguen caminando y el segundo economista le comenta al primero: "Oye, ambos comimos mierda y tenemos la misma cantidad de dinero. No creo que estemos mejor que antes". El primer economista entonces replica. "Eso es cierto, pero no has tenido en cuenta que hemos realizado un intercambio comercial por un valor de $40.000"


II Parte 

III Parte

1 comentario:

General Gato dijo...

El último chiste me recuerda el del... (bueno, no es de economistas, pero es de economía) ...el del turista que llega en temporada baja a un balneario de mala muerte cuyos pueblerinos, producto de la crisis económica y los problemas internacionales, están agobiados por deudas de las que no pueden salir. El turista entra al hotelucho del pueblo, pide una habitación, paga con un billete de cien dólares la habitación por algunos días, y se hace llevar las maletas por el hotelero.

El hotelero toma el billete, y aprovechando que por fin tiene cien dólares en la mano, va al verdulero y le paga por las mercaderías atrasadas que le debe. El verdulero, ahora teniendo cien dólares en su mano, va corriendo al bar y le paga los tragos que éste le ha ido anotando en la cuenta. El dueño del bar, a su vez, le está debiendo unos dineros a una prostituta que le ha estado dando favores sexuales por mientras tanto, así es que va y le paga... Y la prostituta, ahora con dinero, va corriendo al hotel y le paga al hotelero con el billete de cien dólares, las noches en que éste le ha facilitado habitación para sus actividades.

Ida la prostituta y estando el hotelero mirando pensativo el billete de cien dólares que ha regresado a sus manos, aparece de nuevo el turista, quien reclama por las malas condiciones de la habitación y decide irse del pueblo. De manera que toma su billete y se larga con sus maletas. Los cien dólares se van con él, pero... ¡¡¡El pueblo entero ha salido de sus deudas, y ya no hay crisis económica!!!