En un reciente PODCAST de 'This American Life', se narra la historia de Carmen Segarra, quien trabajó para la Reserva Federal en Nueva York durante la época de la Gran Recesión de 2008 y fue testigo de primera mano del comportamiento de este regulador ante la crisis, cuyos impactos aún siguen presentes.
En su narración, ella
cuenta como grabó conversaciones de reuniones internas y externas entre
miembros de la Reserva Federal y entidades financieras a quienes la reserva
debía vigilar como Goldman and Sachs.
Lo que llama la atención de esta historia, es la actitud pasiva de los
funcionarios públicos frente a comportamientos irregulares de las
organizaciones privadas y como esta actitud es una velada aprobación de sus
acciones.
Aunque no es
explícito en su descripción de los hechos, puede intuirse a partir de lo que
expresa la protagonista de esta historia, que la actitud complaciente de la Reserva Federal, fue un
ingrediente que coadyuvó a que la crisis económica del 2008 tuviera la magnitud
que registró y escalará a niveles que hasta ahora están revirtiéndose.
Este
comportamiento de la Reserva se define como Captura Regulatoria o Captura del Regulador (Regulatory Capture) y consiste en la situación en la cual el regulador se vuelve demasiado
cercano, amigable incluso, con la empresa o empresas que se supone debe vigilar
o monitorear. Es como un árbitro saliendo de fiesta con los
jugadores antes de un partido. Su objetividad se verá comprometida.
En primera
instancia, es importante señalar que el principio de que los mercados se
corrigen automáticamente no es cierto. La regulación es importante y en este
caso, no se trata de cuánto sino de cómo. Frente a esto, el profesor de la
Universidad de Columbia, David Beim, escribió
un documento con recomendaciones acerca del rol de la Reserva como
regulador. Uno de sus diagnósticos está orientado a que la rigidez de las jerarquías
en la organización generaba un excesivo respeto de los subordinados hacia sus
jefes, lo que limitaba la iniciativa individual cuando se trataba de regular a
las instituciones financieras.
Por esta razón, en
lo concerniente a la cultura de la organización, es importante que se creen
espacios de participación en el que se manifiesten de manera espontánea pero
organizada, preocupaciones, desacuerdos o ideas útiles. Una cultura del diálogo
crítico y cuestionamiento continuo es importante. Sin embargo, es también
fundamental no confundir estos espacios de participación como herramientas de
generación de conflictos utilizándose utilicen como escenarios de disputas y reyertas
verbales.
Ahí radica la
clave del liderazgo en la organización. En mantener el equilibrio entre el
disenso y el conflicto; entre la participación crítica y el ambiente hostil. Si
la organización logra hacer coexistir la iniciativa individual en las actividades
de regulación, de manera conjunta con la cooperación en el cumplimiento de los objetivos de la organización, la
regulación hacia afuera será progresivamente más exitosa.