En
pleno apogeo de la Revolución Industrial, con la invención de nuevas
tecnologías que permitían hacer más eficientes los procesos, se generaron dos
impactos directos:
De un lado, estaban los operarios u obreros que eran obligados a trabajar durante extenuantes horas en pésimas condiciones laborales. Algunos incluso desarrollaron deformidades por trabajar sin estándares mínimos de seguridad. El justificable resentimiento fue creciendo en los operarios dado que veían como los dueños de las fábricas se enriquecían a costa de sus deplorables circunstancias. Se cuenta entonces la historia de una turba enfurecida que hastiada de los abusos de los dueños de las fábricas, decidieron unirse y tomar justicia por su propia mano. El dueño de la fábrica veía como la muchedumbre se acercaba de manera iracunda hacia él y temió lo peor. Llevando antorchas y garrotes la distancia se hacía cada vez más corta. Distando pocos metros el resignado dueño permaneció impávido esperando su destino final, y...
... La muchedumbre siguió de largo para quemar y destruir las máquinas.
Por la misma época, los artesanos que producían de manera manual su
bienes, veían como estas fábricas que incorporaban nuevas tecnologías eran
una amenaza a su medio de subsistencia, al producir una mayor cantidad de
bienes en un menor tiempo. Viendo el impacto de ingresos cada vez menores, decidieron unirse y
tomar acción contra esta amenaza. Se organizaron en grupos y...
... quemaron y destruyeron las máquinas.
Estas
historias ilustran como ante las innovaciones o avances tecnológicos, los
grupos poblacionales que se ven afectados negativamente, deciden como solución
destruir o bloquear dicho avance tecnológico. Particularmente, la segunda
historia está enmarcada en el movimiento Ludita, surgido a principios a finales del siglo XVIII y que buscó acabar con su situación de desventaja económica,
destruyendo las máquinas industriales que les eran competencia.
Actualmente
no distan mucho las reacciones que diferentes grupos de interés han tomado ante
las innovaciones tecnológicas que han permitido nuevos modelos de negocios como
los planteados por Uber y AirBnB. En el primer caso, argumentando competencia
desleal, los taxistas han iniciado una cacería en la que a través de la
intimidación verbal y agresión física, pretenden disuadir a los usuarios y conductores
del uso del servicio de UBER.
En el caso de
AirBnB ya el sector hotelero ha expresado su inquietud por la existencia de
esta aplicación. Sin embargo, su postura ha estado más orientada a que ingresen
y compitan, pero en igualdad de condiciones. Incluso
algunos hoteles han comprado inmuebles con la intención de ofrecerlas a través de esta plataforma.
Como puede
observarse, estas innovaciones tecnológicas están aplicándose a diferentes
actividades económicas, en estos casos en el sector de transporte y turismo, y
ya empiezan a utilizarse en otras áreas. Por ejemplo, ya están ingresando al sector de alimentos
con la aplicación Eat With, que conecta a potenciales Chefs
denominados anfitriones, con personas en busca de comida sofisticada, como la
que podrían conseguir en un restaurante gourmet.
Es evidente que estos grupos
económicos han visto reducidos sus ingresos debido a estas innovaciones tecnológicas y por tanto afectado su medio de subsistencia. Razones nos les faltan para exigir una regulación que
les permita operar en igualdad de condiciones, por lo menos, desde el punto de
vista impositivo. Sin embargo, la miopía de estos 'neoluditas' radica en
pretender que la solución a su problemas está en frenar el avance tecnológico
mediante la fuerza.
En ese sentido, es pertinente señalar que tanto los taxistas como los hoteles tienen razón en cuanto a las
condiciones desiguales en las que operan ellos, frente a las que ofrecen las
plataformas que conectan a oferentes y consumidores de servicios de transporte
y alojamiento. Los taxistas deben pagar un cupo para poder operar, los
conductores de Uber no. Los hoteles deben cumplir con unos estándares de
calidad, seguridad e higiene, supervisados por las entidades correspondientes;
los inmuebles de AirBnB no. Ambos deben pagar impuestos asociados a los
servicios que prestan; ni los automóviles de Uber, ni las habitaciones de
AirBnb lo hacen actualmente.
Es innegable que los argumentos que exponen los
dos sectores son totalmente válidos, pero ¿es la solución destruir la
tecnología? ¿es necesario frenar las innovaciones para conservar
empleos? La respuesta es sencilla: No. Sin embargo, eso no quiere decir
que se debe dejar el uso de estas plataformas de manera descontrolada y sin
tener en cuenta los efectos negativos que genera. ¿Qué podría hacerse al
respecto? No hay respuestas únicas, pero si elementos de análisis para
buscar alternativas de solución. La teoría económica puede hacer su aporte a este análisis, enfocando la situación problemática desde la perspectiva de la
externalidad.
Uber y AirBnB como generadores de externalidades negativas
La
externalidad es definida como
las "decisiones
de consumo, producción e inversión que toman los individuos, los hogares o las
empresas y que afectan a terceros que no participan directamente en esas
transacciones.". En el caso de Uber y
Airbnb, ni los conductores de Uber o las familias que ofrecen alojamiento, ni
los usuarios de estos dos servicios buscan afectar negativamente a los taxistas
u hoteles. Sin embargo, sus decisiones económicas y las transacciones que
realizan terminan afectando de manera indirecta a estos individuos y empresas.
Es ahí donde se genera una externalidad negativa hacia estos grupos.
Hasta ahora las soluciones planteadas se ubican en extremos opuestos. Los taxistas exigen que se prohíba totalmente la circulación de conductores de Uber, mientras que la empresa Uber y los usuarios quieren que funcionen tal y como está sin ningún tipo de restricción. Ante posiciones antagónicas, es difícil llegar a un acuerdo. Por eso quizás sea necesario proporcionar un enfoque intermedio, que ni prohíba totalmente la circulación de los conductores de Uber, pero que tampoco permita su operación sin ningún tipo de control. Ese es el marco de análisis que plantea el concepto de externalidad negativa y sus soluciones.
Qué dice la teoría económica a la
solución de las externalidades: El teorema de Coase
La
economía se ha ocupado de analizar a través de diferentes propuestas como
pueden solucionarse las externalidades negativas. Una de esas propuestas es la
formulada por Ronald Coase y popularizada por Stigler. A partir de lo propuesto
en su teorema, Coase propone lo siguiente:
“Si suponemos dos agentes
en una economía (A y B) y hay responsabilidad por daños del agente A que causa
la externalidad, A puede compensar a B de tal manera que lo que pierda B por seguir llevando
a cabo la actividad (ya sea de producción o de consumo) generadora de
externalidad, sea menor que lo que gana como consecuencia de la compensación o
indemnización por parte de A; mientras que el pago que realiza A deberá ser
inferior a la pérdida que podría tener si tuviera que cesar su actividad o
trasladarse a otro lugar para efectuarla.”
Identifiquemos
ahora a los agentes económicos para este caso: de un lado están los conductores
de Uber y las familias que ofrecen alojamiento a través de AirBnB. Estos serían
los Agentes A; los taxistas y hoteles serían los Agentes B. Así las cosas, lo
que plantea Coase básicamente es que los Agentes A compensen a los Agentes B,
de tal manera que en este caso, los taxistas y hoteles tendrían una retribución
por el efecto negativo ejercido por la actividad económica de los Agentes A.
Por
supuesto, no es tan sencillo generar un mecanismo de recaudación directo que
asegure que todos los taxistas y hoteles sean compensados. Es ahí donde juega
un papel importante el gobierno como recaudador y canalizador de los recursos
compensatorios. Así mismo, es indispensable que el gobierno proporcione un
marco regulatorio en el que se establezcan los lineamientos de operación,
límites y alcances de los conductores de Uber, las familias que ofrecen alojamiento en AirBnB, los taxistas, los hoteles y los usuarios de estos servicios.
¿Es así de simple entonces la
solución?
Utilizando
las propuestas que proporciona la teoría económica para solucionar las
externalidades, podría llegarse a un punto de posible acuerdo entre Uber, AirBnB,
los taxistas y los hoteles. ¿sería así de simple? Claramente no. Sin embargo,
vale la pena que todos los agentes económicos generadores y afectados por la
externalidad, así como el gobierno, busquen mecanismos intermedios de solución
que no apelen a medidas extremas, en muchos casos, rayanas en lo ilegal.
El
desafío para lograr una solución a la externalidad negativa que plantea este
caso, es lograr calcular el costo generado por los Agentes A hacia los Agentes
B, así como el monto adecuado de compensación. Esto por supuesto requiere la
aplicación de herramientas analíticas y conceptuales adicionales, como las
proporcionadas por la teoría de juegos, para lograr que los agentes revelen su
verdadera valoración marginal de la externalidad. Lo que se esperaría es que se
puedan diseñar mecanismos adecuados de compensación que brinden una solución
eficiente.
Lo
cierto es que en vez de pensar a semejanza de los luditas hace dos siglos, como suprimir o destruir los avances
tecnológicos que han proporcionado soluciones a la sociedad, los
taxistas y hoteles podrían más bien centrarse en estimar de manera justa, la
compensación que deberían recibir de Uber y AirBnB. Así mismo, el gobierno debe proporcionar el marco regulatorio adecuado que promueva la innovación tecnológica y al mismo tiempo, determinar la compensación frente a la externalidad negativa que estas innovaciones y su aplicación en la dinámica económica han generado.